Atención plena en el tratamiento de las adicciones

Con la siguiente propuesta queremos enmarcar las prácticas del terapéuta correspondientes al programa de Prevención de Recaídas basada en la Atención Plena desde el Centro de Tratamiento de Adicciones el Valle. Dicho programa goza de suficiente fundamentación en el ámbito de las adicciones a drogas y alcohol.

Las prácticas personales.

El terapeuta es primero que debe realizar sus prácticas. En este sentido, el aprendizaje de las técnicas y su posterior aplicación, no se diferencia de otros casos, ya que de la misma forma que cuando se aplica una batería de ejercicios destinados al desarrollo de las Funciones Ejecutivas, se necesita entenderlos y resolverlos antes de aplicarlos con otras personas, así, en este caso, el terapeuta debe adiestrarse previamente. Este entrenamiento es imprescindible, ya que es la práctica la que permite conocer el amplio repertorio de dificultades que podemos encontrar en los primeros ensayos.
Los primeros ensayos personales no son complejos pero pueden ser infructuosos en la consecución de la meta final. En este caso particular es necesario familiarizarse con técnicas que tienen un componente sensorial muy alto y requieren la perseverancia de cualquier disciplina. Esto hace que no encontremos resultados rápidos y que en más de una ocasión lleven a quién lo practica a la frustración y al abandono. Por lo que conviene orientar y secuenciar el proceso de acercamiento a la experiencia de Atención Plena.
El proceso.
En ocasiones importa mas el proceso que el resultado y el camino que la meta.

Podemos decir que vivimos en la cultura de la acción y en ocasiones del más frenético activismo. Desde nuestro trajín diario, desde el “maya”, desde la cultura del esfuerzo, de la agitación, del afán, actividad y trabajo, a la cultura del no deseo, de la aceptación, la calma, la contemplación y la compasión hay todo un itinerario repleto de dificultades.
De manera análoga a otras sesiones terapéuticas, conviene no perder de vista las características de aquellas personas a las que se dirigen las sesiones de Atención Plena y Prevención de Recaídas. En este caso, el grupo está formado por personas con Trastorno por Abuso de Sustancias en las que además están presentes otras patologías psíquicas. Cabe suponer además que hay una cantidad significativa de personas sujetas a una pauta de medicación psiquiátrica y que estas características influyen a la hora de relajarse y centrar la atención, por lo que deberían definirse las adaptaciones necesarias y las expectativas en cuanto al impacto de estas sesiones. Una vez más, el largo camino entre la teoría y la práctica lo tiene que recorrer el propio terapeuta, convirtiéndose así en la variable más importante a la hora de valorar la eficacia del programa.
En este proceso de acercamiento a las citadas técnicas, una de las dificultades es la expectativa de que todo esfuerzo tiene su recompensa y al menos en este caso, la recompensa, no siempre es la que se espera, ni llega cuando se necesita. Parece necesario, una vez más, entender que este proceso es tanto más eficaz cuanto más corazón y cariño se deposite en los ejercicios. No hay paciencia sin corazón.
Dado que las dificultades son evidentes, es habitual que se anime a dichas prácticas persuadiendo a quienes se inician con un repertorio de efectos benéficos, siendo este un planteamiento contrario a los fines que se pretenden y a su matriz filosófica. Como alternativa, cabría instruir a los practicantes noveles en la idea de que en dificultades de focalizar la atención en el objeto de absorción se esconde el propio efecto terapéutico; así sucede que cuando alternamos el foco de atención con  pensamientos, emociones o sensaciones emergentes tenemos la oportunidad de “reeditarlos” de manera más ecuánime.
Por otro lado, el primer persuadido es el propio terapeuta.
La reedición y actualización de las técnicas ancestrales procedentes del budismo requiere un nuevo nombre, un buen empaquetado y un maravilloso y llamativo lazo para venderlo; “Mindfulness”. Tenemos así un producto académico que se compra y se vende atribuyéndole una amplia gama de bondades, a saber; mayor rendimiento académico, menor resistencia a los cambios, más resistencia al fanatismo, más calma, más felicidad, serenidad, etc. En definitiva, desde la filosofía de la aceptación y el “no deseo” obtenemos un producto destinado a cumplir todos nuestros deseos. Esta paradoja la debe resolver el terapeuta acotando las expectativas desde el primer momento.

Sera de la Lama. Educador Social del Centro de Tratamiento de Adicciones El Valle.

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